El Palacio Legislativo estaba destinado a competir contra el Capitolio de Washington. Te mostramos una animación que recrea cómo sería si su construcción no hubiera sido detenida por el movimiento armado.
El Monumento a la Revolución, ubicado en la Plaza de la República, es uno de los inmuebles que mayor simbolismo alberga para la Ciudad de México y el país. Sin embargo, su destino inicial no era ser una estructura conmemorativa sino el Palacio Legislativo Federal.
Todo comenzó en 1897, cuando el presidente Porfirio Díaz lanzó una convocatoria para la construcción del que sería un majestuoso Palacio Legislativo. En su interior se pretendía albergar a la Cámara de Senadores, la Cámara de Diputados y oficinas de algunas dependencias de gobierno. En medio de varios escándalos, el concurso de licitación se declaró desierto, por ello el presidente Díaz designó directamente al arquitecto francés Émile Bénard para su diseño.
El proyecto del Palacio Legislativo Federal inició su construcción el 23 de septiembre 1910, fecha en que Porfirio Díaz colocó la primera piedra. Su esqueleto metálico abarcaba 14 mil metros cuadrados y se utilizó tecnología de punta para su cimentación. El estilo era neoclásico eclético, fusionando elementos renacentistas con una clara asimetría.
El inmueble pretendía superar la belleza y esplendor del Capitolio de Washington. Tenía 112 metros de frente y una altura de 68 metros. Lamentablemente, tras el estallido del movimiento revolucionario, la obra quedó inconclusa. Durante la gestión de Francisco I. Madero se reanudó la construcción del edificio, pero tras el golpe de estado quedó completamente abandonado. En 1922 Émile Bénard intentó retomar su proyecto, en lo que sería el Panteón de los Héroes, dedicado a los revolucionarios caídos. Álvaro Obregón vio con buenos ojos la idea, pero fue asesinado poco después.
De Palacio Legislativo a Monumento a la Revolución
En 1933 el arquitecto Carlos Obregón Santacillia rescató el proyecto. En un nuevo concepto, el hoy Monumento a la Revolución se rediseñócon elementos Art Decó. En cada una de las esquinas se insertaron obras escultóricas de Oliverio Martínez, las cuales representan la Independencia de México, la Ley Agraria, la Ley Obrera y las Leyes de Reforma. Además de convertirse en un monumento, el edificio sirve de cripta para los restos de Venustiano Carranza, Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles y Francisco Villa.
En aquella época la estructura metálica empezó a ser aprovechada para la construcción de vías férreas. Cuando Obregón contempló que la Sala de Pasos Perdidos estaba en buen estado, pidió la ayuda e intervención de Alberto J. Pani y Plutarco Elías Calles para finalizar su construcción.
En 1940 se removió el águila real que coronaba la cúpula del monumento y fue trasladada al Monumento a la Raza. La cúpula se revistió con cobre para darle su aspecto actual.
El monumento finalmente fue inaugurado el 23 de noviembre de 2010, cien años después de iniciada su construcción original. Actualmente alberga el Museo de la Revolución y es posible acceder a la cúpula por un elevador de cristal.